La Ardilla de la cola alborotada y el Señor Búho
Добавлено: 11 май 2025, 02:44
Érase una vez una Ardilla con una gran cola que vivía en un árbol en medio del bosque. A la Ardilla le encantaba saltar e ir de árbol en árbol cogiendo nueces y bellotas, pero tenía un problema, se le alborotaba mucho la cola y cuando regresaba a su árbol, se sentaba en su sitio preferido y con una ramita se empezaba a peinar su gran cola totalmente alborotada mientras decía:
- ¡Dichosa cola, no sé por qué se pone tan alborotada!
No muy lejos de allí, en otro árbol, vivía un Búho que, todos los días, observaba a la Ardilla de la cola alborotada.
Un día se decidió a hablar con ella y le dijo:
. ¿Por qué te preocupa tanto que se te alborote la cola?
- Pues… Bueno… porque a ninguna otra ardilla se le desordena tanto la cola como a mí.
. ¿Acaso no te das cuenta de que ninguna otra ardilla salta tanto, ni llega tan lejos como tú y que, precisamente, tu
gran cola es lo que te hace tan especial?
En ese preciso instante, la Ardilla dejó la ramita con la que, todos los días, se peinaba la cola y, con una gran sonrisa, se quedó mirando a su nuevo amigo mientras le decía:
- ¡Muchas gracias Señor Búho!
Y de un gran salto se bajó de su árbol para seguir haciendo lo que más le gustaba: saltar y saltar mientras recogía nueces y bellotas, ahora orgullosa de su “gran cola alborotada” que tan especial la hacía.
- ¡Dichosa cola, no sé por qué se pone tan alborotada!
No muy lejos de allí, en otro árbol, vivía un Búho que, todos los días, observaba a la Ardilla de la cola alborotada.
Un día se decidió a hablar con ella y le dijo:
. ¿Por qué te preocupa tanto que se te alborote la cola?
- Pues… Bueno… porque a ninguna otra ardilla se le desordena tanto la cola como a mí.
. ¿Acaso no te das cuenta de que ninguna otra ardilla salta tanto, ni llega tan lejos como tú y que, precisamente, tu
gran cola es lo que te hace tan especial?
En ese preciso instante, la Ardilla dejó la ramita con la que, todos los días, se peinaba la cola y, con una gran sonrisa, se quedó mirando a su nuevo amigo mientras le decía:
- ¡Muchas gracias Señor Búho!
Y de un gran salto se bajó de su árbol para seguir haciendo lo que más le gustaba: saltar y saltar mientras recogía nueces y bellotas, ahora orgullosa de su “gran cola alborotada” que tan especial la hacía.